 RSI Martianos: acciones, proyecciones y reflexiones (III) Por Orestes Martí.
 Doctor en Ciencias Históricas, Profesor Titular y ensayista Eduardo Torres Cuevas.
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Torres Cueva: Tengo el sueño y la esperanza de que dentro de muy poco tendremos en Cuba un pensamiento nuevo, fuerte y crítico Por: Astrid Barnet
Tras más de 50 años de Revolución, ¿qué valoración usted realizaría acerca del tema del racismo en la etapa actual?
Por suerte conozco bastante bien cómo se desarrolló la sociedad anterior y cómo se ha desarrollado la actual. Hay cuestiones que son referencias. No es lo mismo lo que tú lees en un artículo a lo que vives en la calle. El artículo está matizado por las visiones y experiencias personales. Vivir es lo más importante y lo más difícil es transmitir lo vivido. A mis estudiantes les digo que nuestro peligro mayor está en que las generaciones actuales no tienen la memoria histórica del pasado; e insisto mucho en que la memoria no es genética, no se hereda. Lo que aprendió mi generación no tiene ni remotamente que conocerlo la de mis hijos. Existieron cosas que, para ellos, no son imaginables porque, simplemente, no existen.
No obstante, sí quisiera recordar dos o tres detalles perdidos por
la desmemoria aunque pudiéramos hablar de muchas cosas , que son mucho más que interesantes. Por ejemplo, en el parque central de la ciudad de Santa Clara, capital de la entonces provincia de Las Villas, los negros no podían pasearse por su centro antes de enero de 1959; en el Prado de la occidental ciudad de Pinar del Río, los negros tan sólo podían llegar hasta determinados lugares; existía un pueblo en la entonces provincia de La Habana cuyos habitantes se vanagloriaban de que allí no habían negros; a determinadas escuelas, sociedades o clubes de recreo, los negros no tenían derecho a pertenecer. Hay algo que me llama la atención. Casi todo el mundo recuerda ciertos hechos históricos sobre los que reiteradamente se escribe y, sin embargo, apenas puede reconocerse el contexto social particularmente racial- en que se produjeron, lo cual permite las más variadas interpretaciones.
Por ejemplo, en el siglo XIX ocurrió la Conspiración de la Escalera que, más que una conspiración, fue una represión dirigida al sector de los negros y mulatos libres. En ella fueron asesinados o torturados, entre otros, el hacendado Pimienta, el poeta Plácido, el doctor Dodge, el músico Brindis de Salas padre. Todos reunían ciertas condiciones: negros o mulatos libres; hacendados, artistas o poetas; y, lo más notable, miembros o relacionados con una naciente y poderosa clase media negra y mulata. Este movimiento era, también, generador de una nueva expresión cultural cubanísima, que no excluía ni el sarao ni el salón de baile. Porque es muy importante recordar que el baile de salón originó nuestra orquesta típica, evolución de la agrupación de la contradanza francesa. Y esas orquestas fueron formadas por negros y dirigidas por negros. Esta represión no fue por problemas clasistas sino por problemas racistas. Más que el hecho histórico en sí, lo importante es que sentó un precedente y, a la vez, quedó trazado el límite de lo permitido a los negros económica, social y culturalmente. Esto, ya no es el hecho histórico, sino un importante componente de la sociedad real, de la sicología social. En el siglo XX ocurre otro hecho semejante sólo que no es culpa del colonialismo sino de las estructuras discriminatorias de la república democrática e independiente. Me refiero a la represión, en 1912, del movimiento de los Independientes de Color. Al margen de los orígenes, de las causas, de los muertos, fue el impacto social de aquella represión lo que permitió agudizar las fronteras sociales, al asentar, como parámetros de conducta, el temor y el miedo. Y todo ello resulta muy importante a la hora de analizar lo que pasó a partir de 1959. La sociedad cubana no pudo cambiar todo lo que se intentó cambiar; las intensiones de cambios políticos resultaban más factibles que la transformaciones de las mentalidades soldadas durante siglos; esas mentalidades, no precisamente desde la prensa sino en la calle y en lo profundo del hogar, auparon, solapadamente, al racismo, entre otros males, y es uno de los mejores ejemplos del origen y mantenimiento de la llamada doble moral, en realidad una moral alienada, vergonzante y vergonzosa generadora del disimulo y la hipocresía.
Pero, también me gustaría trazar una frontera a partir de los años de 1987 a 1991, inicios de la crisis de la sociedad cubana (el llamado Período Especial), cuando personas, muy cuidadosas del leguaje que empleaban, comenzaron a introducir frases abiertamente racistas y asumir actitudes que implicaban una nueva posición hacia el otro, hasta entonces su igual y, ahora, su diferente. Cuando, junto a aspiraciones y gustos generados en ciertas latitudes, estas personas quieren distanciarse y diferenciarse, por condiciones económicas, de los que, hasta entonces, habían sido, formalmente, sus iguales. Lo peor es que el prejuicio tiende a trasmitirse, como el VIH, y vemos personas muy humildes con cargas racistas que dan pena. Porque muchos prejuicios discriminatorios, como el machismo y el racismo, anidan, justamente, en la pobreza cultural, matrona de la pobreza moral. Esto a mi me dio la señal de que el racismo, junto a otros graves problemas, no solo sobrevivía, cosa que todo el mundo sabía, sino, lo más preocupante, cómo y con qué rapidez puede recuperar los espacios perdidos en cualquier sociedad. Porque el racismo no desaparece, se reduce, se oculta, pero en condiciones propicias, vuelve a florecer. Por tanto, la lucha contra el racismo es una batalla permanente, sistemática pero, sobre todo, inteligente. No se logró, durante estos años, todo lo que se quería acerca de su superación. Cuando Ortiz hablaba acerca de lo cubano y trataba las zonas marginadas, no creo que pensara que la marginalidad iba a tener la fuerza que tiene un siglo después. La marginación se mantuvo pero se incrementó durante el Período Especial. Así, todo joven que tiene menos de veinte años nació durante dicho Período y, para muchos de ellos, el socialismo, la realidad, es esta. Lo otro, lo otro es una historia que hacen los viejos.
¿Cómo se fueron agudizando, en las últimas décadas, los problemas de la sociedad cubana? Fíjate que te digo agudizando porque es importante destacar que siempre estuvieron; en muchos casos eran problemas no resueltos o mal resueltos. Sus causas, desde el origen, es una extraña mezcla de incapacidades, oportunismos, burocracia con cuotas repartidas de poder, poder con cuotas de prepotencia, doble moral con un discurso ético y una práctica corruptora, imposibilidad burocrática de creación y, por tanto, temor paralizante a todo riesgo. |
| Todo ello combinado, genera la marginalidad de diversas características como una de sus manifestaciones; y está unido, también, a que es fácil trabajar el prejuicio, aunque esté escondido en lo último del cerebro. Estos son problemas que nuestra sociedad debe y tiene que eliminar si aspira realmente a ser ella y, de no ser ella, la que venga va a venir con esas mismas cargas racistas a las que se sumarán las que existen en otras partes. Prejuicio-racismo-segregación- marginalidad-discriminación forman un proceso de tumoración maligna que puede destruir el más hermoso proyecto de dignidad humana.
Problema inmigración-racismo en el mundo, ¿cómo resolverlo?
Actualmente, el problema de la inmigración lo veo sin solución alguna pues, ante todo, tendrían que producirse verdaderas reformas de fondo en las sociedades capitalistas del norte y en las sociedades dependientes del sur. La inmigración es un resultado de complejas composiciones y dinámicas sociales. Si no se resuelven las causas, no solo se mantendrán las migraciones con las características actuales sino que, posiblemente, se incrementaran. Es lo que se llama migración económica, o sea, en la medida en que la riqueza se ha ido concentrando en determinadas zonas del mundo, las poblaciones más desfavorecidas tienden a emigrar a ellas, por razones económicas.
Desde los años noventa del pasado siglo existen datos que evidencian dicha situación. Por ejemplo, el 80% de la producción mundial la consume el 20% de la población mundial, que está, precisamente, en el Primer Mundo; y, el 20% de la producción mundial queda para el 80% de la población mundial que está, precisamente, en el Tercer Mundo. Es natural esa migración del sur al norte.
¿Cuál es el gran cambio de los últimos tiempos? Pues que esas emigraciones de los más desfavorecidos ya son millonarias y son capaces de cruzar el desierto del Sahara o de lanzarse al Mediterráneo o atravesar Centro América y México como ríos humanos e incontrolables, por una causa: pobreza, desnutrición, hambre; falta de fuentes de trabajo para lograr condiciones mínimas de existencia. Al vaciar las economías del sur, al saquear sus recursos naturales, al limitar su desarrollo proceso especialmente agudo en los últimos cincuenta años , a las poblaciones de esos países no les queda más remedio que migrar. Según estadísticas de organismos internacionales como Naciones Unidas, UNESCO, UNICEF
en estos momentos existen en el mundo un porcentaje notable de zonas que padecen de hambrunas. A ello se unen importantes factores subjetivos como son los sueños y las esperanzas: la búsqueda, en el llamado Primer Mundo, de la realización personal, según la imagen televisiva y cinematográfica de la sociedad de la abundancia, es motivo suficiente aunque la gran mayoría no lo logra , para lanzarse a las más peligrosas e inciertas aventuras; al mismo tiempo, el ofrecimiento a personas intelectualmente capacitadas de condiciones de vida a las que no pueden aspirar en sus países de origen, ofrece a esas sociedades primermundistas una corriente nutricia de alta calidad. Lo significativo de esto último es que el saber de esas personas va a contribuir al enriquecimiento de los países ricos, y no al de los suyos que siempre tendrán el consuelo de una mejor o peor remesa. Pero, y no se olvide, son los países receptores de inmigrantes los que escogen a quienes reciben legalmente. Por una parte, les interesa la captación de cerebros, necesarios para mejorar sus niveles de desarrollo. En estos casos, el interés científico-tecnológico prima sobre el aspecto racial. Por otra, está la necesidad de brazos mano de obra barata cuya abundancia hace que la oferta supere las necesidades de países con serias crisis económicas. Aquí, en los brazos, la discriminación racial y cultural es mucho más directa y presenta todo tipo de sistemas de explotación, desde la esclavitud, la migración ilegal, las fábricas de bajos costos y clandestinas. En fin, todos los horrores que albergan las sociedades. Migran cerebros y brazos pero el corazón, ¿emigra o se queda? O ¿Debe partirse en dos?
En nuestro continente ya se perfilan en algunos países, en especial miembros del ALBA, la puesta en práctica de algunas medidas favorecedoras de la presencia e historia de nuestros pueblos y comunidades autóctonas. En su criterio, ¿este siglo XXI nos deparará un final de centuria mejor al anterior, en relación con el tema del racismo? ¿Se atreve a preconizarlo?
No, resulta muy difícil hablar con o sin una bola mágica del destino y los accidentes futuros de la historia humana. Decía Engels, ahora casi olvidado y antes tan citado, que la sociedad era como un paralelogramo de fuerzas y la resultante, en mi opinión, no es como en las Matemáticas, donde usted toma todos estos vectores de fuerza, los va sumando y, al final, tienes la resultante. En ciencias sociales, el vector aparentemente menos importante, puede ser decisivo. Podríamos citar decenas de ejemplos históricos de sucesos que parecían que no podían ser y fueron.
Al respecto podría citar el teórico marxista italiano Antonio Gramsci, ahora tan de moda y antes obviado, quien en una de sus cartas que estimo genial , escribió que lo único predecible es la lucha. Lo predecible es que hay que continuar luchando por lograr lo mejor del ser humano y de la sociedad humana. Pero ello siempre va a encontrar resistencia; fuerzas de resistencia, enemigas de ese proceso que, por lo general, también concentran riquezas e inteligencias. Por tanto, la batalla nunca va a ser fácil aunque se tengan razones y, más que razones, realidades brutas.
Lo que sí hemos observado desde finales del siglo XX y principios del actual es un fenómeno nunca visto con anterioridad y es la fuerza con que han ido resurgiendo las comunidades indígenas, el pensamiento de América, la propuesta de sociedades americanas, e incluso, cómo los sectores populares han ganado en espacio político. Esto es una gran esperanza para pensar que el siglo XXI por lo menos, claramente para nuestro continente , es una centuria de desarrollo y de construcción de la verdadera América Latina, entendiendo por tal, la que nace sangrante del interior de sus entrañas. No debemos olvidar que la sociedad latinoamericana estaba cimentada en esa discriminación racial y social del indio, del negro, de espacios dominados y dominantes de las élites políticas y, evidentemente, lo que hemos visto en Venezuela, Ecuador, Bolivia, Perú
es la ruptura de ese esquema de dominio. Esto no quiere decir que en esas sociedades no se mantenga solapada, la cultura del dominador, pero sí este esquema se ha quebrado y, en estos momentos, está sujeto a importantes reajustes que no pueden ser subestimados. A esto hay que agregar la presencia, cada vez más consciente, de las grandes comunidades latinoamericanas. Es en ellas donde radica la construcción de la futura América Latina, de aquella que expresa la pluralidad, la riqueza y todo lo que significa el mundo de tantas y tantas etnias y composiciones sociales que, en lugar de hostilidad, crean colaboración y cooperación. En este sentido van ganando un espacio impredecible para el futuro. Pero, son fuerzas muy difíciles y muy duras estructuradas y perfeccionadas sistemáticamente en el ejercicio del poder político y económico durante siglos las que hay que combatir. Debido a ello, lo más importante es la lucha inteligente; es la conciencia de que lo que se logre se ha de lograr luchando. No hay otra variante. Nada va a caer del cielo, ni va a ocurrir inevitablemente, una teoría que desafortunadamente muchos marxistas sostuvieron. La lucha inteligente, comprometida con lo mejor del ser humano, culta e informada es la única que va a garantizar un buen contendiente en la lucha por un porvenir mejor. |
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